EL TEMPLO

El Templo es el centro de Israel. El primer edificio fue construido por Salomón y destruido cuando la toma de Jerusalén por Nabuconodosor, en el año 587 a.C.

El segundo Templo, reconstruido al volver del destierro e inaugurado en el año 515 a.C., en medio de problemas y de estrecheces económicas resultó mucho más modesto. Esto hizo que Herodes el Grande decidiera intervenir, ampliando la explanada y decorándolo con toda suerte de lujos. En medio de la explanada (480m de largo por 300m de ancho) se levanta una torre de 50m. El historiador Flavio Josefo nos lo describe de primera mano: "En el aspecto exterior de la construcción no se ha omitido nada para impresionar al espíritu y la vista. En efecto como estaba recubierto por todas partes con espesas placas de oro, ya desde el amanecer reflejaba la luz del sol con tanta intensidad que obligaba a quienes lo miraban a apartar los ojos como se apartan de los rayos solares. Para los extranjeros que llegaban, se presentaba a lo lejos como una montaña nevada, pues donde no estaba cubierto de oro lo estaba con mármol blanquísimo. En la cima estaba erizado de puntas de oro afiladas para impedir que se posaran las aves y ensuciaran el techo".

Los círculos de santidad

Dios es totalmente santo; los pecadores y los impuros no pueden acercarse a él. El Templo está perfectamente delimitado por una serie de patios a los que solamente pueden acceder las personas dignas según un progresivo círculo de santidad.

Por simple proximidad o contacto, cada uno es capaz de comunicar una parte de lo que es; por eso el hombre puede comunicar su impureza a sus semejantes, pero no su santidad. Dios, al contrario, comunica su santidad a todo lo que se le acerca, una santidad cada vez más difusa y más débil a medida que se aleja de él. Podríamos representarlo bajo la forma de unos círculos concéntricos.

  • Patio de los gentiles. Se encuentra nada más acceder al Templo. A él pueden acceder todos los que lo deseen, sean judíos o no. En él se comercia, se venden los animales para el sacrificio. Eso sí, las compraventas deben hacerse con "monedas de curso legal del Templo". De esa forma en el cambio obtenían un importante beneficio los cambistas y un nuevo atropello a los fieles que no tenían otra salida.

  • Patio de las mujeres. Las mujeres, incluso las judías, sólo podían acceder hasta este nivel, conforme a su nivel de impureza según la Ley mosaica.

  • Patio de Israel. Sólo podían acceder a él los varones judíos adultos, el pueblo de Dios, todas las tribus a excepción de la de Leví, la única elegida por Dios para servirle.

  • Patio de los sacerdotes. Sólo para ellos, incluso los que no eran aptos para el culto (inválidos de cualquier clase). Allí se encuentra el altar de los sacrificios. El sacerdocio, entendido no como ministerio, sino como herencia, que se remonta al mismo Leví, es patrimonio exclusivo de los descendientes de esta tribu.

  • El Santuario "Hekal". Es el Templo propiamente dicho. Se compone de una nave precedida por un pórtico. Sólo pueden entrar en él los sacerdotes.

  • El Santo de los Santos "Debir". Ocupa el centro geográfico y espiritual del Templo; es el lugar sagrado por excelencia; el sitio donde Dios hizo descansar su Gloria (1 Reyes 8, 10). El Debir está separado del Hekal por una puerta (1 Reyes 6, 31s) que en el segundo Templo fue reemplazada por un velo (Eclesiástico 50,5); lo mismo en el Templo de Herodes (Mateo 27, 51; Marcos 15, 38; Lucas 23, 45; Hebreos 9, 3; 10, 20). A él sólo puede acceder el Sumo Sacerdote una vez al año, en el Yon Kippur, para pedir perdón por los pecados del pueblo. Es en realidad una cámara cúbica totalmente vacía en su interior. Cuando el general Pompeyo en el 63 a. C. tomó la ciudad, entró en el Santo de los Santos, para su decepción sólo encontró un lugar vacío, según nos cuenta el Historiador Tácito.

Esta concepción concéntrica de santidad se puede ensanchar a todo el mundo. El centro lo ocupa el Santo de los Santos, en un segundo círculo está el monte Sión (lugar en el que estaba ubicado el Templo); en un círculo externo la ciudad de Jerusalén, elegida por Dios; en un cuarto círculo el pueblo santo de Israel, y un último círculo en el que se podría englobar al resto del mundo ya que en cualquier lugar de éste se puede encontrar un judío.

El culto

Todos los días se inmolaba como "sacrificio perpetuo" de Israel a su Dios dos corderos añojos, uno por la mañana y otro por la tarde. En la época romana el emperador ordenó que se sacrificaran a su costa otros dos más, uno por él y otro por el imperio.

El resto del día se sucedían los sacrificios privados; si bien no tenemos datos, se supone que el número aumentaba durante el verano (época de viajes) y sobre todo en las grandes peregrinaciones. El judío que quería ofrecer un sacrificio empezaba comprando en la explanada exterior del Templo el animal que deseaba ofrecer así como la harina y el aceite necesarios para las ofrendas. Era acompañado por un sacerdote, a excepción del día de Pascua en el que el cordero pascual era inmolado por el cabeza de familia, ya que en esa tarde santa todo el pueblo era elevado a la clase sacerdotal.

LA SINAGOGA

En arameo "knst" o "knyst" (keneset), que viene a significar "la congregación religiosa" o "asamblea". En ellas se reunían para debatir los asuntos de interés comunitario, que casi siempre eran de índole religioso. Hay que decir que en los siglos siguientes, tras la destrucción del Templo, la actitud de los judíos hacia la sinagoga cambió hasta convertirla en centro de sus costumbres. Su origen se remonta a la época del exilio, y surgió como una forma de reunión para instruir y comunicar la Torá, los escritos propiamente judíos, y no perder de vista las costumbres judías en medio de tanta influencia extranjera. Es decir, no tenían originalmente la finalidad de servir al culto religioso, sino que todo consistía en una sencilla reunión social con fines didácticos y de estrechamiento de lazos comunitarios.

La sinagoga tenía su propia organización. Entre los ancianos se elegía a unos cuantos que se hacían cargo de los asuntos de la congregación, más un grupo de funcionarios para atender asuntos concretos entre los que siempre tenía que haber: el archisinagogo (archisynagogus) o presidente de la sinagoga, el limosnero (gby sdqh) y el ministro de la sinagoga (hazán).

El archisinagogo

En arameo se decía ros ha-keneset. Es el director del culto. Su responsabilidad era la de atender al culto público, era la persona encargada de invitar al orador idóneo para realizar la lectura, la plegaria y la predicación. Se solía escoger para el cargo a alguno de los ancianos. Igualmente debía vigilar para que nada impropio pasara en la sinagoga y es probable que tuviera también a su cargo el cuidado del edificio (Mc 5, 22.35.36.38; Lc. 8, 49; 13,14).

El limosnero

En arameo gby sdqh. Hacía la colecta para los pobres. Había dos tipos de colectas:

  • el cestillo de las limosnas semanales (cupa), del que se tomaba lo necesario para socorrer a los pobres de la localidad una vez a la semana.

  • la bandeja (tmhwy), de la que cualquier necesitado, especialmente los extranjeros, podían recibir una porción diaria. Pero sólo aquellos que no tuvieran suficiente alimento para dos comidas al día podían solicitar esta caridad.

El ministro de la sinagoga

En arameo hazán. Su tarea consistía en preparar los textos sagrados para el servicio y reponerlos en su lugar una vez finalizado éste; se encargaba también de anunciar el comienzo y el final del sábado o toque de trompeta. Sus tareas eran muy variadas. Tanto si podía encargarse de ejecutar el castigo a los condenados a azotes, como también dedicarse a enseñar a leer a los niños.

El lector de las escrituras, el recitador de la plegaria y el predicador

En arameo slyh shwr. No había funcionarios oficiales para estas tareas. Esta labor se encargaba a uno de la comunidad, o cada una de las tres tareas a personas diferentes. También podía recaer en alguien destacada que estuviera de paso. Es de este modo como Jesús pudo dirigir la palabra en muchas ocasiones durante sus visitas por las poblaciones judías.

Poderes y actos disciplinarios

En poblaciones estrictamente judías, la institución acaparaba todos los poderes. El poder religioso conllevaba asociado la autoridad en cuestiones cívicas y legales, puesto que los judíos no distinguían entre legislación religiosa y el resto.

Cuando un miembro se negaba a someterse al ordenamiento legal religioso imperante, y después de varias advertencias, los ancianos, tras deliberación, decidían la exclusión de la congregación, aunque hay que advertir que había de dos tipos:

  • la nidduy o sammatta: exclusión temporal con la posibilidad de una readmisión;

  • la herem o exclusión perpetua.

En cualquier caso tan solo representaba una exclusión social, no un castigo físico. La persona quedaba marcada para siempre bajo la sospecha y lo normal era que se le marginara socialmente, lo cual obligaba a la persona a abandonar su lugar de origen y a cambiar de residencia con frecuencia. También le impedía la entrada en la sinagoga. Para un judío esto representaba el peor de los castigos.

El edificio

Se llamaba en arameo bet keneset "casa de reunión".

La literatura rabínica menciona la costumbre de edificarlas bien fuera de las ciudades y cerca de la orilla de un río o junto al mar, de forma que todos pudieran realizar la ablución prescrita antes de tomar parte en el culto; o bien en el punto más elevado de las ciudades. En el caso de que ambas costumbres entraran en conflicto prevalecía la de la proximidad al agua (tal fue el caso de la sinagoga que actualmente se conserva en las ruinas de Cafarnaúm, que está próxima al lago Tiberiades); o bien se construían dos sinagogas (como en Giscala, donde se encuentran restos de una sinagoga en lo alto de una colina y otra a sus pies, cerca de un manantial).

Las dos únicas ruinas de sinagogas que con seguridad datan de la época de Jesús son las de Masada y Herodium. Las demás son casi todas posteriores al siglo III d.C., y no nos sirven para formarnos una idea exacta de cómo eran en tiempos de Jesús. La sinagoga de Masada, en su forma original, era un rectángulo de 15x12m con dos filas de columnas. El pavimento era de yeso gris. La entrada estaba en el muro Este; a la sala principal se llegaba a través de un atrio. Luego los zelotes hicieron modificaciones. La sinagoga de Herodium es similar, aunque parecía tener una menor finalidad religiosa, dado su emplazamiento.

Su ornamentación, debido a la prohibición de realizar representaciones figurativas, ya fuera de animales o de personas, debía ser escasa, limitándose a la representación de los símbolos estáticos del mundo judío:

  • Menorá y/o janucá (candelabros de siete y nueve brazos respectivamente)

  • Sofar o cuerno de llamada

  • Lulab o ramos del día de las tiendas

  • Etrog o fruta prohibida

  • El árbol de la vida

  • Maggen David (estrella de David)

El mobiliario era muy simple. El principal objeto era el arca (tybh o rwn) en el que se guardaban los rollos de la Torá y otros libros sagrados. Estos estaban envueltos en lienzos de lino y cerrados en un estuche (téche). Aunque sólo se mencionan en época posterior, es presumible que debían disponer de un estrado donde hablaban los lectores y predicadores (béma), en el que se hallaba colocado un atril amplio para poder descansar los pesados rollos. También se mencionan lámparas. Algunas celebraciones hacían uso de las luminarias, por lo que no resulta extraño que hubiera. También se usaban los cuernos que se hacían sonar el día de Año Nuevo y trompetas que se usaban los días de ayuno y al comienzo y final de cada sábado como señal de aviso.

Referencias tomadas de "Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús; Emil Schürer. Ediciones Cristiandad.

 

© M. Victoria Ródenas Guijarro