Khaima en árabe.

Fue la morada habitual de los nómadas y con toda seguridad de los hebreos, que a la fuerza tuvieron que adoptar a su salida de Egipto hasta que llegaron a Canaán.

Incluso después la tienda continuó siendo la casa normal para la población que vivía de la cría de ganado.

Por lo general estaban confeccionadas con pelo de cabra. La característica de esta lana es su porosidad cuando está seca y su impermeabilidad con la lluvia, ya que se hincha y aprieta el tejido.

La parte principal de la tienda se compone de una gran toldo que se sostiene con postes, y las extremidades de la tela de la tienda se estiran con cuerdas que se atan a estacas hincadas en la tierra.

Constaba de dos y hasta tres compartimentos divididos por cortinas, también de pelo de cabra. La entrada daba directamente al departamento de los hombres, que también servía de sala de recepción; una segunda donde se alojaban las mujeres y los niños; y el tercero que era para los esclavos y/o ganado.

En ocasiones las jaimas eran independientes, es decir, una para los hombres, donde igualmente se hacían las recepciones, otra para las mujeres y niños y otra para el ganado (Génesis 31.33).

Forma de vida en la jaima

Para cocinar se cavaba un pozo en el suelo donde poder encender el fuego, poniendo alrededor varias piedras en las que se cocinaba.

Sólo estaban provistas de los enseres necesarios. Era imprescindible el molino de mano y el mortero; los odres para el agua y otros líquidos colgados de los postes; los utensilios de cocina indispensables y una lámpara de aceite para la iluminación nocturna.

El suelo era cubierto con alfombras durante el día y por la noche se cubría de esteras para dormir.

 

© M. Victoria Ródenas Guijarro